domingo, 15 de julio de 2012

Tesoros de mercadillo...


Hoy he descubierto un lugar que creo que frecuentaré bastante a menudo durante mi estancia en la isla: el mercadillo de Santa Cruz, donde me encuentro como pez en el agua: inciensos naturales hechos a mano, telas de la india, minerales de toda  clase y condición, y sobre todo libros de segunda mano a un precio que es imposible resistir. Acabo de regresar y hojeando los libros que me he traído (entre los que se encuentra una edición bastante antigua de la historia de Merlín, todo un tesoro), me he encontrado con que en uno de ellos aparece al principio y al final la firma de una mujer: Julia Galván, y una fecha 20 de diciembre de 1989. Me pregunto quién era Julia y que fue lo que la hizo desprenderse del libro que ahora mismo tengo encima de la mesa. La letra es preciosa, de caligrafía, cuidada hasta el detalle y no puedo dejar de imaginar a una mujer de avanzada edad, refugiada detrás de unas gafas de pasta leyendo en algún rincón del parque García Sanabria una tarde de verano como ésta. No puedo dejar de fantasear con su vida: quién era ella, qué le importaba, qué le quitaba el sueño, a quién amaba…y me imagino una historia en la que una chica acude a un mercadillo de segunda mano, compra un libro y se embarca en la aventura de su vida para saber más de la mujer a quién perteneció antes que a ella. Porque los libros hablan más de nosotros de lo que podemos creer, y, a la vez que cuentan la historia que está escrita en ellos, cuentan también la de los miles de almas que los han leído, vivido, y honrado.
Así que, Julia, fueras quien fueras y estés donde estés, te prometo que leeré este libro con todo el amor que desprende tu letra, porque extrañamente, desde hoy y de algún modo, él nos ha unido.

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