domingo, 22 de julio de 2012

El tiempo infinito...


“Siempre nos preguntaremos las mismas cosas. Siempre necesitaremos tener la suficiente humildad para aceptar que nuestro corazón entiende la razón por la que estamos aquí".

He terminado de leer  “Aleph”, el último libro de Paulo Coelho, y, aunque he de reconocer que sus últimos libros no me habían llegado del todo, esta vez ha sido diferente. Supongo que por eso, Noe, que me conoce y me ha conocido de sobra, sabía que tenía que leer ese libro, y, además, justamente en este momento.
El argumento no es nuevo, la búsqueda de uno mismo, pero de aquel que fue, es y será al mismo tiempo, porque aunque nos empeñemos en ver el tiempo como una sucesión de horas, minutos y segundos, cada día estoy más segura de que como los viejos símbolos celtas de la eternidad, el tiempo es una rueda y simplemente gira, y lo que hoy es, ha sido y seguirá siendo siempre del mismo modo.
El libro me ha sumergido en una historia demasiado familiar sucedida en la España oscura del siglo XV. Me ha recordado una época que no consigo olvidar ni perdonar, y me ha enseñado que es, precisamente el perdón la única forma de sanar las heridas que siguen abiertas aquí y ahora. Me ha traído de vuelta un sueño recurrente que me hacía sudar de miedo por las noches, y que con todo esto de la oposición y las largas horas de estudio, creía haber olvidado. Me ha gritado que no olvide quien soy, porque soy aquella que fui y seré, y porque el pasado está presente aquí y ahora, al igual que el futuro. Y sobre todo, me ha traído esperanza, mucha esperanza…esperanza al darme cuenta de que sigue habiendo sueños ahí fuera que soñar, historias que esperan a ser contadas, personajes a los que dar forma, dones que duermen a la espera de tener el valor suficiente para ser despertados…
Porque “el amor vencerá al odio. Los que son quemados hoy serán exaltados cuando llegue ese momento. Volverán los magos y los alquimistas, la Diosa será aceptada, las hechiceras celebradas (…) Esta es la bendición que ponemos hoy sobre tu cabeza, hasta el fin de los tiempo”
Que así sea. Dejad que sea…

Gracias, Noe.

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